El comercio siempre beneficiará a alguien. Con el comercio se pueden conseguir productos más baratos, y un productor puede tener mayores posibilidades de ganancia. Sin embargo, dependiendo de las reglas en que se desarrolle el comercio, éste es más o menos benéfico.
Recuerdo la cumbre magisterial de la OMC en Cancún, en la que el tema agropecuario quedó truncado. ¿Por qué?
En esta cumbre, la posición de países con grandes economías agropecuarias empresariales defendió la aplicación de acuerdos de libre comercio. Estas naciones, como Estados Unidos, otorgan grandes apoyos económicos a sus productores agrícolas, lo que hace que sus costos de producción sean más baratos y por lo tanto sus productos sean de menor precio.
Los gobiernos de los países con economías pequeñas, que dependen de sus productos agropecuarios, como naciones africanas o americanas, no pueden solventar los gastos de sus productores, por lo que acuerdos como los propuestos en el párrafo anterior provocarían que su mayor fuente de ingresos desapareciera. Si esto pasa, ¿para qué tener productos baratos si no tienes trabajo para comprarlos?
Cuando estos pequeños países formaron un frente común, no se lograron acuerdos para crear un más libre comercio en el sector agropecuario, por lo que se deduce que cuando la política influye, el rumbo del comercio cambia radicalmente, a favor o en contra de unos y otros.
No puedo remitirlos a una fuente especial, ya que tengo un periódico de La Jornada donde hay un artículo del tema, pero como ahora en Internet no se entra libremente a su página, no pude ver más.
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